Él

Él, el de los ojos mar,

pero preso y sin libertad.

 

Él, el de las ganas de viajar.

pero lejos de su cama no quería estar.

 

Él, el que quería espantar mis demonios,

pero mis demonios le consiguieron espantar.

 

Él, el de la sonrisa bonita,

pero que escondía las lágrimas entre tanta risa.

 

Él, el que me quería tanto,

pero que nunca supo que ese verbo no se podía regalar.

 

Él, que quería bajarme el mundo,

pero nunca entendió que, a veces, el mundo devora el amor.

 

Y es que hubo muchos “él”,

y cada uno dejó su herida

en esta alma amoratada

que sigue luchando por respirar.

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